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Tania Navarro

Twitter: @Taniagpe71

Ilustración: David Rios Reyes

 

Vanessa no debió morir, tampoco Alondra, que a los siete días de haber solicitado protección fue asesinada, ni Betsabé García, asesinada por su pareja frente a sus hijos, ni las múltiples víctimas de feminicidio que en estadística colocan a Jalisco como el lugar más peligroso para las mujeres, tampoco deberían estar en riesgo mortal las más de 900 mujeres que actualmente cuentan con protección institucional por violencia.

 

Las instituciones han fallado, y no sólo en cuestiones burocráticas, le han fallado a la sociedad misma, demostrando que son incompetentes para la resolución de problemáticas, peor aún, en muchos de los casos lo único que se ha logrado es exponer aún más a las ciudadanas, no se cuenta con un protocolo de respuesta frente a las emergencias, ni psicológica, jurídica, o de salud para las víctimas, las mujeres de Jalisco nos encontramos en riesgo constante y el día de ayer, 25 de abril del 2019, frente a Casa Jalisco, uno de los edificios más emblemáticos y más resguardados por elementos policiales, hogar del actual gobernador Enrique Alfaro, se coronó con la muerte de Vanessa, demostrando la gran falla institucional de nuestro estado.

 

Hemos convertido a Jalisco en un fantasma despavorido y pálido que disfruta de la sangre, de la violencia y del miedo. Nuestra ciudad es el reflejo de una sociedad violenta que menosprecia a sus ciudadanas, una sociedad que busca subordinarlas y convertirlas en accesorios de sus parejas, a las cuales dota de poder y privilegios sólo por su género, permitiéndoles que nos pisoteen, nos golpeen y maten, por un simple prejuicio machista que desmerita a la mujer, un prejuicio arraigado en todos y todas las tapatías que dicen: “No existe situación de riesgo para las mujeres”, “No hay discriminación o violencia de género”, a pesar de las estadísticas, a pesar de las historias de ultratumba que día a día se acumulan en el inconsciente colectivo.

 

A pesar de todo esto, preferimos creer que las víctimas se lo buscaron, como si las personas caminaran por las calles buscando que las insultaran, las golpean o las mataran. Preferimos creer que nuestros, hermanos, padres, compañeros de trabajo, profesores, colaboradores de colectivos, tienen derecho sobre los cuerpos de otras personas, sobre la vida misma de otras, preferimos creer que pueden seguir sexualizando a la mujer, que pueden seguir menospreciando su labor política, su labor profesional, relegándolas a labores domésticas y de crianza, como esclavas y si alguna se atreve a cuestionar o salir del protocolo social, nos matan.

 

Junto con el recuerdo de las víctimas de feminicidio, las familias que buscan justicia y aquellas que aún estamos vivas, no sólo clamamos justicia, luchamos por un nuevo Jalisco que sea seguro para todas sus ciudadanas, luchamos por una sociedad crítica, capaz de alejarse de la violencia, de prácticas machistas y discriminatorias, alzamos la voz vislumbrando una sociedad indiferente que parece disfrutar de la opresión de la mitad de su población.

 

Nuestro estado está en situación de emergencia y nos obliga a cambiar la forma de entender las organizaciones, ante una situación social que nos esta rebasando, donde estamos muriendo, el sistema social cosifica a las mujeres, poniendo aún en duda la existencia de la discriminación y la violencia, debatiendo todavía si Vanessa fue víctima de feminicidio.

 

Demostrando que la opción más eficiente y viable es la organización comunitaria, las ciudadanas debemos cuidarnos protegernos e impulsarnos entre nosotras, frente a una sociedad incapaz de reconocernos, mucho menos de hacer justicia por nosotras, debemos cambiar las formas de entender el feminismo y organizarnos.


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